En 2019, la fuerte desigualdad en América Latina y el Caribe (ALC) dio como resultado una ola de protestas en contra de la gran concentración de la renta en manos de unos pocos.
Gran parte de los estallidos contemporáneos en la región tuvieron como detonante inmediato un incremento en los precios del combustible o del transporte público. Sin embargo, las causas son más profundas y la clave de las protestas reside en la insensibilidad de las élites y el hartazgo de las masas, que se acumula con los años y detona de repente.
El artículo busca responder los siguientes interrogantes: ¿Qué puede hacer la región de cara al futuro? ¿Qué papel debería tener la cooperación internacional en un escenario que día a día se torna más complejo?